viernes, abril 19, 2024
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Elon Musk: La gobernanza y el poder de revocar la discrecionalidad Woke

Tras ejecutar un singular referéndum en línea, bajo el asedio de la media y el boicot de un poderoso sindicato, el magnate y filántropo Elon Musk restituyó al Expresidente Donald Trump su cuenta en Twitter en un acto de gobernanza en el que vindicar al político fue apenas efecto colateral de un hecho mayor: La reinstauración de la vigencia de la Constitución Americana en la plataforma de microblogging más grande del planeta.

Fue una intervención de emergencia; una cirugía mayor practicada sin previa advertencia y sin anestesia sobre el sufrido cuerpo de las libertades civiles americanas ante un establishment que, de la Avenida Pensilvania en DC a la sede de CNN en Atlanta, observó impávido la maniobra, sin atinar a decidir hasta el final si mantenían la consulta invisibilizada de la agenda informativa o si, a riesgo de publicitarla, la atacaban abiertamente.

A poco de conocerse los resultados, una tardía pero sincrónica reacción de la media y el sindicato de Twitter trataron de agendar una “crisis de seguridad pública” y derechos laborales que invitaba a la intervención del gobierno. Entretanto, en el extremo de la paradoja semiológica, organizaciones de “libertades civiles” demandaban la creación de un Concilio para la Moderación de Contenidos, amenazadoramente similar a la abortada Junta para el Control Social de la Desinformación de la cesada “zarina” Nina Jankowicz.

Pero ejecutada con precisión y timing de operación SEAL, la consulta puso en vigencia sus resultados antes de cualquier reacción efectiva. El voto de 15 millones de usuarios revocó una decisión ejecutiva que dos años antes había provocado un Éxodo de tuiteros y un derrumbe de la compañía en la bolsa que eventualmente condujeron a la caída de su CEO Jack Dorsey y al remate de una red social devaluada por desaciertos corporativos y la tóxica proximidad a un poder político nominalmente liberal pero sin tolerancia por el disenso o el auditaje público.

Las analogías no son ociosas. Una operación así puede tanto hacer el milagro de extinguir una amenaza como desatar una guerra, y se requiere un toque de maestría y sentido de oportunidad, mezcla de médico, brujo y estratega, para hacerlo ocurrir.

Diría Tolkien que “un mago no llega tarde, tampoco temprano, sino precisamente cuando se lo propone” y Musk escogió con precisión de relojero el momento de terminar con la infestación ultraliberal y la intervención del gobierno en Twitter: En prolegómenos de la elección de medio término y la confirmación de sus resultados adversos a la administración Biden.

Y es que devolverle la cuenta a Donald Trump implicó más que restituirle lo que se le arrebató inconstitucionalmente; implicó romper los códigos y señas que rigieron entre Twitter y la izquierda globalista durante los pasados dos años; descaminar un enorme trecho andado juntos que la imputación por violación de la Primera Enmienda de los fiscales generales de Louisiana y Missouri describe como una colusión entre las vacas sagradas de las redes sociales y los Demócratas que se extendió desde las elecciones 2020 y hasta el final de la pandemia Covid19.

En enero de 2021, en una acción totalmente inconstitucional y arbitraria, los predecesores de Musk, un directorio corporativo encabezado por Jack Dorsey y Parag Agrawal en representación de capitales de Wall Street, expulsó de por vida de Twitter al Presidente #45 de los EEUU, en una acción que no sólo violó sus derechos fundamentales, sino que abrió una elipsis en la vigencia de la Primera Enmienda en la que se mantuvo abducida a la red social hasta el pasado fin de semana.

Al calor de la controversia post electoral 2020, sin mediar fallo alguno del Judicial, esa junta de directores decidió – sin deposición ni jurado – que la poblada del 6 de enero de 2021 había sido inducida por la retórica de POTUS y que dejarlo expresarse representaba una “amenaza a la democracia”. Acto seguido Dorsey redujo los derechos constitucionales del primer ciudadano de los EEUU al dictamen de su política administrativa y suspendió irrevocablemente su cuenta.

Este fin de semana, con un derroche de gobernanza en la forma de un referéndum, Musk conjuró ese obsceno acto de discrecionalidad, humillando la pretensión hegemónica y la paranoia de control del gobierno; desmoronando el domo de censura dentro el cual construyeron una dictadura Woke al margen de la Constitución de los EEUU.

Fuente: Diario las Américas

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