viernes, abril 19, 2024
InicioInternacionalMás de 100 venezolanos han muerto en el Caribe huyendo del socialismo

Más de 100 venezolanos han muerto en el Caribe huyendo del socialismo

Las islas del Caribe están cerca de Venezuela. Cuando la noche cubre las costas del norte se pueden ver los destellos de las luces de Aruba y Curazao. Los 30 kilómetros de distancia hacia ellas parecen poco, poquísimo. Desde las costas del sur, Trinidad y Tobago está al alcance en un par de horas. De ser un atractivo paradisiaco, ahora son el destino de la muerte de quienes se empujan a sus aguas ante la crisis del régimen de Nicolás Maduro.
El mar es cómplice y las autoridades verdugos de quienes perdieron la vida ahogados con la esperanza de una vida mejor lejos de la  dictadura en los últimos dos años.
El luto y la tragedia comenzó en enero de 2018 cuando cuatro venezolanos murieron intentando llegar a Curazao. En octubre de ese mismo año, otros dos balseros murieron frente a las costas de Aruba. El ministro de Justicia de la isla, Andin Bikker, daba cuenta del siniestro señalando que en la embarcación de los 20 pasajeros se desconocía el paradero de 15 de ellos y otros tres habían sobrevivido, entre ellos, un funcionario de la Guardia Nacional Bolivariana, reseñó Ciber Cuba.
La cuenta aumentó en 2019. Según la Organización Internacional para las Migraciones 80 venezolanos han fallecido en tres naufragios desde abril. Y este año los números no se han detenido y sumaron este fin de semanas otras 11 víctimas que intentaban llegar a Trinidad y Tobago.
Se confirma, entonces que son más de 100 las víctimas y que «la tragedia venezolana no tiene límites, ni siquiera los geográficos», sostiene El Mundo.

La tragedia compartida

Lo que ha sucedido tiene una explicación. “A pesar de las amargas y trágicas lecciones que ha enseñado la historia, la humanidad no ha aprendido de una santa vez que el comunismo mata, siempre y en todo lugar. Da igual la intencionalidad de sus precursores o las particulares condiciones del país en el que se intente poner en práctica, que el resultado, sin excepción, será el mismo en todos los casos: miseria, represión y muerte”.

No es casualidad que los casos más extremos y con cuentas vergonzosas por las condiciones de miseria sean Cuba y Venezuela. El salario medio en Cuba se sitúa en 28 dólares al mes. Esto significa que los cubanos tendrían que trabajar durante 36 años para poder comprarse un auto de segunda mano, destinando el 100 % de su sueldo a ese objetivo, y más de 700 años si aspirasen a adquirir una vivienda media en España.
Mientras, en Venezuela, más del 90 % de la población sufre privaciones materiales severas hasta el punto de que el consumo per cápita de carne se ha desplomado de 22 kilos en 1999 a tan solo cuatro en 2019, al tiempo que la esperanza de vida al nacer ha caído en 3,5 años, afirma Llamas.
De esa manera, queda en un simple y engañosa promesa aquello de que Latinoamérica debía «navegar el mar de justicia, felicidad y trabajo de Cuba» que aspiraba Hugo Chávez una década atrás, según  Cubanet.

Un patrón cubano

Los motivos de los venezolanos para partir en una balsa son similares a los de los cubanos. La vida en Cuba sigue siendo muy difícil, es especial, para quienes viven fuera de la capital, la libertad de expresión aún sufre de restricciones severas y los salarios oscilan entre los 16 y los 22 dólares al mes, destaca el New York Times.
A los venezolanos también los mueve el pánico. Sí, el terror a la pobreza que aumenta por la falta de pan en la mesa ante el aumento de los precios de los alimentos y el deterioro del valor de la moneda nacional.
Así es como la última barra estadística de migrantes venezolanos llega la de cuatro millones de inmigrantes y refugiados, según los datos públicos de la Agencia para Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), citados por El Mundo. Pero esta sería una cantidad ya superada, según el Observatorio de la Diáspora Venezolana (ODV), que antes de la última reporta 4.700.000 venezolanos repartidos en 90 países.
Eso significa que en proporción es el mismo número de cubanos que ha huido de la isla y que la Revista Nueva Sociedad, además de ubicar en 10 %, estima que “no hay signos de que el éxodo vaya a detenerse en el mediano plazo”.
El problema es que los procesos migratorios actuales han visibilizado el impacto de los migrantes tanto para las zonas de recepción como para las de expulsión.  Ahí es donde abunda la falta de humanidad.

Una diáspora que no puede negarse

Es tan evidente la fuga de venezolanos en busca de un mejor presente y futuro.  Está tan a la vista la situación, que Maduro ya no ha podido seguir indiferente. Frente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo aceptó, pero a su modo, manipulando la realidad y adatándola a sus intereses, lavando sus responsabilidades en la tragedia. Pero lo hizo.
Aunque le diga al mundo que la población se va como “consecuencia directa de las medidas coercitivas, unilaterales y de las agresiones económicas impuestas por el Gobierno de Estados Unidos se ha producido, coyunturalmente, un proceso de emigración de ciudadanos, fundamentalmente, por razones económicas” la realidad lo desmiente.

La hiperinflación, la falta de servicios públicos, el deterioro de la salud pública, de la infraestructura escolar, el hambre, los apagones desesperan y frustran a la población y la empujan a decisiones drásticas como subir a un bote con pocas pertenencias para huir de su régimen. No es exageración.

Un país en depresión e infeliz

Durante los últimos cuatro años, Venezuela ocupa los últimos peldaños del Índice de Felicidad de la Red de Desarrollo Sustentable de la Organización de las Naciones Unidas y la Fundación Internacional Ernesto Illy describe al país bajo el dominio socialista como uno de los más infelices del planeta donde los síntomas de descontento aumentan y persisten.
Este año lo ubica en la posición 99 de 153. Un número que traduce la generalización de los los sentimientos de tristeza, ansiedad y rabia tanto en la sociedad como en el ámbito personal donde la población se autopercibe como una de las naciones más corruptas.
Y ahí no terminan las cifras en contra. El mismo reporte sostiene que la situación de Venezuela “es el resultado de un profundo estrés económico político y social” que enciende las alarmas de los expertos porque el impacto prolongado de las sensaciones como “la depresión y la frustración” se convierten en obstáculos relevantes para la recuperación en las variables más objetiva y comportamiento en la economía como son el logro de una mayor libertad y de un sistema social mejor integrado.
Con este escenario resulta absurdo considerar que el viceministerio para la “Suprema Felicidad social del pueblo» creado por Maduro en 2013 sirvió para “elevar las misiones al cielo” como se le encomendó junto a la atención de los más vulnerables. Su ineficiencia mancha de sangre el caribe.
Fuente: PanamPost

ARTICULOS RELACIONADOS

REDES SOCIALES

585FansMe gusta
1,230SeguidoresSeguir
79SeguidoresSeguir

NOTICIAS POPULARES