jueves, abril 25, 2024
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Mujeres y mujeres

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Estoy en éxtasis. Siento como si hubiéramos vuelto a ser libres y la gente pudiera escribir las burradas e impertinencias que le diera la gana. Porque yo defiendo eso, una libertad de expresión con unos límites no mínimos, minimísimos. Para todos. Y en este caso me disculparán, pero añado: y todas. ¡Incluso todes!

Espero con impaciencia inusitada la defensa enfervorecida de Meloni por parte de nuestra Pam, la secretaria de Estado

La joya que encabeza este texto es el titular de un artículo de El Mundo, supongo que de LOC –La Otra Crónica–. Aplaudo la audacia del autor que como primera aproximación a la líder italiana que esta noche se puede convertir en la primera mujer presidente de Italia, la define como una exgorda. De sufrir bullying en el colegio por “gorda” –entrecomillado, no entiendo el porqué– a favorita de las elecciones. Chocante la relación entre ambas situaciones, cuando menos. Ya puestos podría haber titulado: <>. Ahí veo un hilo vital y una especie de metáfora muy rica en matices. Pero insisto, me siento feliz de que un periodista de primer nivel utilice la palabra gorda para calificar a una mujer. Es rompedor. Es políticamente incorrecto. Es innecesario. Es provocador.

A la vez, espero con impaciencia inusitada la defensa enfervorecida de Meloni por parte de nuestra Pam, la secretaria de Estado de no sé qué –no controlo los cargos del Ministerio de Igualdad– y coautora intelectual de la milagrosa campaña perpetrada por el referido Ministerio sobre la obesidad veraniega que ponía piernas y pechos, pero no quitaba kilos. No creo que tarde demasiado porque esto para ella es intolerable de toda intolerabilidad. Pam, defensora de la mujer y de los kilos. No creo que halle mejor oportunidad para lucirse.

Añade el titular la palabra ‘amancebada’. Suena brutal, pero eficaz. Todos estamos hablando de ello y, en la mayoría de las ocasiones, sin razón. Entono un sentido mea culpa porque ayer tuiteé sobre ello. Si nos remitimos a la RAE, amancebarse significa “establecer una relación marital sin mediar vínculo de matrimonio”, por lo tanto, el término no tiene nada de malo. Estoy segura, pues, de que podemos hablar de Irene Montero –es un mero ejemplo– como amancebada, examancebada o medioamancebada, puesto que desconozco su situación sentimental actual, a diferencia de la emocional que me arriesgo a decir que es de desquiciada total, pero ese es otro tema. Es imposible no preguntarse cómo reaccionaría la propia, el Gobierno, todo el espectro podemiseparatista e incluso la misma ONU.

Si el mundo hoy no está en vilo a la espera de las represalias de Irene y Pam, tendré que pensar que existen –existimos—mujeres y mujeres

Sin embargo, y a pesar de ser un término a la luz de la RAE no despectivo, todos lo interpretamos como tal. Y otra vez metidos en lo provocador, me atrevo a proponer otro titular más rotundo a El Mundo: <>, y ya de paso podría recordar el chiste: no le digas a mi madre que soy periodista, dile que soy pianista en un burdel.

Si el mundo hoy no está en vilo a la espera de las represalias de Irene y Pam, tendré que pensar que existen –existimos—mujeres y mujeres. Mujeres de primera, a las que no se les puede llamar gordas ni amancebadas, y mujeres de segunda, a las que se les puede calificar de cualquier manera y que, curiosamente, siempre son de derechas.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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