jueves, abril 25, 2024
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OPINIÓN- Cesar Vidal: Senil Biden

Fue una noche más que notable. Frente al entonces vicepresidente Biden, los republicanos
lanzaron a Ryan como candidato a la vicepresidencia. Ryan era a la sazón el niño bonito de los
republicanos. Se deshacían en elogios al referirse a él. Iban desde glosas a su supuesta
brillantez dialéctica a grititos admirados porque, al parecer, había leído a Tomás de Aquino,
ese teólogo al que suelen referirse precisamente los que no lo conocen ni por el forro. Biden
trituró a Ryan con la misma facilidad con que un campeón de los pesos pesados haría trizas a
un niño de seis años. En algún momento, Ryan incluso se plegó físicamente como si acabara
de recibir un directo en el hígado. Ryan nunca fue el mismo después de aquel combate. Quizá
tampoco lo era antes. No pude reprimir alguna sonrisa mientras contemplaba en directo aquel
episodio. Independientemente de lo que defendiera cada uno, Biden había demostrado una
superioridad dialéctica colosal. Precisamente recordando aquel enfrentamiento, provoca
verdadera grima contemplar a un Biden que da muestras inquietantes de senilidad si es que no
de algo peor. Biden se pierde, deja las frases a la mitad, confunde a las personas – que ya es
grave – y dispara datos no falsos sino totalmente disparatados. Para colmo, el partido
demócrata está eludiendo un debate entre Biden y Trump por la sencilla razón de que podría
tener fatales consecuencias para el antiguo vicepresidente. Una cosa es repetir unas frases
aprendidas y repetidas – no es el primer candidato con facultades disminuidas que lo hace – y
otra saltar al ring frente a un personaje como Trump que le ganó debate tras debate a alguien
como Hillary Clinton, una política que recordaba a un más que preparado opositor a notarías.
Como, por añadidura, Biden se niega a presentar las supuestas pruebas médicas de que su
estado mental es sólido, la inquietud no deja de aumentar. No pocos comentaristas y
veteranos del partido demócrata – gente que, en ocasiones, lleva más de medio siglo en la
maquinaria de la formación política – se preguntan lo que tardaría Biden en ser destituido de
su cargo y sustituido por Qué mala Harris. Desde luego, mala es la perspectiva de que un
globalista peligrosamente escorado a la izquierda como Biden llegue a la Casa Blanca, pero
que, una vez allí, sea destituido por Qué mala Harris es digno de la más terrorífica película de
política-ficción.

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