jueves, abril 25, 2024
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OPINIÓN- Genaro Mosquera: Éxodo, política y supervivencia

La diáspora venezolana desparramada por los Estados Unidos en un número sin precedentes, estimada en más de cuatrocientas mil almas, es producto esencialmente de los efectos de la cruel dictadura. Muchas de esas personas, han tomado partido en las elecciones americanas, entrando en el juego de las estrategias de los “Globalistas, o del Estado Profundo”, y se han polarizado con opiniones extremas, expresando en debate público sus preferencias entre las dos fuerzas políticas que se disputan el poder. En general, han dejado de lado los problemas de su país de origen, y se han involucrado en el tema, sin tomar en cuenta si son residentes o no, incluso visitantes, lo cual los pone en una situación sensible, incluso criticable por su condición de emigrantes, claro está, sin considerar la mininoria que se ha nacionalizado, o tiene largo  tiempo residenciado en ese país y que tienen todo el derecho de tomar partido en las elecciones presidenciales, y manifestar su preferencia entre los candidatos de los partidos Republicanos y Demócratas.
La conducta de estos compatriotas ha generado una enorme controversia, y en cierto modo, es vista con extrañeza por la comunidad local que no comprende ese tipo de injerencia en un proceso electoral que corresponde solo a ciudadanos y, que además es altamente complejo en su diseño, reglamentación y efecto en las políticas del estado americano. Esa conducta, incluso por la intensidad del debate, los hace olvidar las razones de su éxodo, y de las amenazas que representa el  régimen venezolano cuyas consecuencias nacionales e internacionales tienden a profundizarse como consecuencia de su participación en una agenda internacional oculta, manejada por fuerzas globales, cuyas estrategias están centradas en el fortalecimiento del socialismo, basada en elecciones  fraudulentas como es caso de Venezuela  orientadas a destruir el último reducto representado por la Asamblea Nacional y el interinato de gobierno el cual debe ser analizado dentro del contexto de las elecciones americanas.
Frente al proceso de renovación del periodo constitucional en los Estados Unidos, es necesario ver con claridad el impacto que tendrá en Venezuela el dictamen final sobre el resultado electoral y los efectos de la política exterior de ese país. Ante la realidad de las denuncias de irregularidades y evidencias de manejos interesados en el proceso electoral de varios estados que integran el gobierno federal, las mismas deberán probarse ante sus organismos competentes y tribunales de justicia cuyas decisiones confirmarán si se han alterado significativamente los resultados, o no, y que consecuencias traerá, incluso si son irrelevantes cuantitativamente para proclamar a un ganador, pero lógicamente, en cualquiera de los casos, el proceso electoral  ha sido alterado cuyas irregularidades detectadas de varias formas y la intervención de empresas nacionales o internacionales, o incluso de gobiernos o de activistas de otros países han puesto  en jaque la confianza en el  sistema electoral y el concepto cultural de la verdad sobre la mentira tan arraigado en ese país, por tanto se ha perdido en buena medida  la fe en el sistema y como consecuencia tendrán que re direccionar al mismo como deberá ocurrir en algún momento  en Venezuela para preserva la transparencia y credibilidad en el sistema democrático, que a la larga es lo que está en juego.
Independientemente del camino que tome el gobierno del país del norte, su influencia continuará, y la democracia se preservará a pesar de los movimientos  inspirados en la agenda global la cual  ha sido aprovechada por grupos extremistas e infiltrados y que por supuesto, difícilmente va a cambiar el talante democrático de ese país, y no van a poder desestabilizar el proceso democrático, impidiendo el deseo de los grandes intereses de corporaciones transnacionales y especialmente de  medios audiovisuales de tendencia zurda cuya acciones están dirigidas a  tergiversar la información y a socavar a los gobiernos democráticos, para imponer sus intereses económicos y financieros actuando sin escrúpulos en su influencia global e intentar el control de gobiernos, corporaciones, y de  las actividades derivadas, usando como estrategia el quiebre de las estructura institucionales como objetivos centrales del nuevo orden mundial a los cuales  se han asociado tambien las dictaduras latinoamericanas.
Ante ese marco de referencia, la política exterior de los EEUU deberá profundizar su lucha contra el régimen venezolano, sin dejar a un lado a otros países que navegan en la misma dirección y deberían de hacer lo necesario para contribuir a rescatar al país de las garras de individuos sin ética, donde la corrupción es su divisa. Esa lucha, implica un compromiso con la democrática, y no tiene tregua, razón por la cual la diáspora muy activa como núcleos de opinión deben perseverar en su denuncia a gobiernos e instituciones  de que el régimen no puede desviar el objetivo de la defensa del sistema democrático y, que se requiere contribuir a identificar a traficantes e infiltrados que haciéndose pasar por asilados que son fichas  desestabilizadoras apoyadas en sus vínculos con el terrorismo internacional.
El tema fundamental de los ciudadanos venezolanos es una lucha intensa por el desplazamiento y usurpación del poder, de  defender al sistema democrático., denunciar la estrategia de poder del régimen que no obedece a los intereses del país, sino de una agenda socialista, y de su entreguismo traidor a países que sustraen los recursos para sus propios fines  y con interés de imponer el socialismo internacional usando la ideología como pantalla conceptual, pero que  en realidad, actúan como expansionistas de sus sistemas, apoyan al régimen para construir sus bases en territorio americano y desde ahí crear una visión y acción de sus intereses, especialmente de la explotación de los recursos y el desarrollo de nodos de control militar como advertencia al país del norte de que tienen influencia y poder en América.
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Dentro de ese esquema de alta complejidad, el venezolano común  ha emigrado, especialmente a los Estados Unidos, y mayoritariamente está en la práctica como asilado, independientemente que muchos ingresaron con esa condición, aun cuando jamás actuaron en política y solo se fueron huyendo del desafuero venezolano, otros, entraron como visitantes o en condiciones de estudiante, o de personalidad ligados a la política, con vínculos en instituciones americanas, en fin, una variedad de situaciones donde vale la pena destacar la inestabilidad legal de permanencia y las dificultades incluso de identidad pues los pasaportes se vencen sin muchas posibilidades de renovación, la estadía como refugiado tiene límites, las visas y permanencia se vencen con renovaciones que se hacen difíciles y costosas,
Los migrantes con las condiciones anotadas, y al margen de protección social a menos que hayan logrado la residencia puedan trabajar legalmente, sobreviven, trabajan si es posible de manera ilegal, y los que logran un permiso de trabajo, lo hacen en oficios muy lejos de sus competencias profesionales o técnicas, razón por la cual laboran en actividades marginales y de subsistencia. Los que tiene residencia, tampoco gozan por lo general del beneficio de ejercer sus profesiones y aceptan condiciones limitadas de sus actividades que en la mayoría de los casos no se corresponden con sus conocimientos.
Toda esta situación se agrava con el consumo sistemático, agotamiento de los recursos económicos producto de la liquidación de su patrimonio y ven con angustia que pasa el tiempo y sus condiciones de permanencia no son resueltas. Caen en la desesperación de estar en un país extraño, sin recursos suficientes, trabajando si pueden para vivir. Este tema, es de tal importancia para cientos de miles de compatriotas que exigen de los representantes del gobierno transitorio, de organismos internacionales, al activismo grupal, y de lobby y de todo el que pueda ayudar, concentrar sus esfuerzos en este tema, sin distracciones en otros elementos polarizantes que no tienen prioridad frente a la lucha por la difícil supervivencia. Hay que atender este asunto con urgencia y lamentablemente no se está haciendo.
Desde hace ya tiempo, el  éxodo masivo ingresa al país americano como simples visitantes,  con la condición de salir cada seis meses reglamentariamente, mientras tanto, tramitan la residencia la cual es compleja, costosa y a mediano plazo sea cual sean las modalidades legales, pero mientras tanto, la supervivencia es apoyada por familiares o relacionados, sin embargo,  está obligando a su salida cada seis meses incluyendo prorrogas, es decir, convierte a estos seres en gitanos en la práctica, sin hábitat personal, con el patrimonio cada vez más limitado y la precariedad de vivir con familiares o amigos por meses, con la desgracia agravada por  la pandemia. Ese es un gran problema que nuestros políticos y representantes ignoran, no tocan, desprecian y no contribuyen con su solución y de exigir un trato digno, permisos de trabajo y residencias condicionadas, pero que proporcionen cierta estabilidad, es en realidad un derecho humano. Ellos en la condición de representantes institucionales están obligados por encima de sus funciones y actividades que por cierto financian a costa de acuerdos internacionales  no tienen estos problemas, pero lo que duele es que no hacen nada y miran por encima del hombro a quienes se acercan solicitando mínimo apoyo.
El otro gran problema, y es obvio como prioridad de vida, es la liberación de Venezuela, potenciando todas las iniciativas para el gran propósito de regresar al país para convivir con la patria y el arraigo cultural, familiar y patrimonial. Es la solución a los que están en condiciones de inestabilidad. El resto de compatriotas, que han logrado cruzar la barrera migratoria dentro de los cánones legales, se han transculturizado, probablemente nuestros mejores recursos, no volverán. Ya tienen familia con otra cultura y más allá de las manifestaciones de solidaridad, no regresarán. He ahí una gran tragedia cuya solución es el rescate del país en manos de una oprobiosa dictadura manejada por cubanos como tierra propia y entregada a los intereses imperiales rusos, chinos y las estrategias de Irán, Turquía,  Siria, etc. como centros del terrorismo internacional ,apoyada en tierra propia por el narco tráfico y de militares o paramilitares sin ética ni moral, cuya permanencia se hace desgraciadamente evidente y tiende a solidificarse y prolongarse en el tiempo si no se les enfrenta y no se resuelve con acciones definitivas por parte de nuestros compatriotas.

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