viernes, abril 19, 2024
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OPINIÓN- Genaro Mosquera: Organizaciones civiles y gobierno de transición

A raíz de la última propuesta del gobierno interino de trazar una nueva ruta, las organizaciones civiles han venido haciendo una gestión destinada a la consolidación de la unidad de sus objetivos particulares, y en las últimas horas, han expresado su posición orientada  a propiciar una ruta común y definitiva para lo cual han hecho público a nombre de 105 organizaciones sociales bajo el lema de “rechazamos farsa electoral del 6D, la necesidad de un gobierno de transición y de reunificación nacional expresando el deseo  de querer “votar en elecciones con iguales garantías para todos, dejando claro su no participación en las elecciones parlamentarias convocadas por el régimen por ilegales y de diseño fraudulento”.
En el exterior, 15 organizaciones de la diáspora venezolana que lo respaldan y que están ubicadas en 24 países iberoamericanos, a las que se suman 63 que integran la Coalición por Venezuela, expresan bajo el lema “La libertad no espera”: Realizar una consulta popular plebiscitaria vinculante para escuchar la voz y voluntad del soberano, poner fin al cese de la usurpación, designar, en un lapso no mayor de dos meses, un gobierno de unidad nacional -por la Asamblea Nacional electa en 2015- y el nombramiento o ratificación de los otros poderes públicos. Aspiran a la convocatoria a elecciones generales libres y justas en el menor lapso posible, y la solicitud de apoyo y certificación de la comunidad internacional en la realización de un plebiscito, a fin de garantizar que la decisión libre del pueblo venezolano sea cumplida”.
Esta aspiración legítima, tiene apoyo y divergencia sobre la base conocida que la respuesta a esa iniciativa es implícita mayoritariamente por parte de la población y que, en todo caso, sería una consulta para apoyar una intervención externa como complemento a una amplia movilización general de la población cansada de tanta ruina. Se indica adicionalmente la dificultad de validar este asunto de la consulta en el país como resultante de las restricciones a la cual estamos sometidos y, a las acciones hostiles del régimen. En el exterior es factible dicha consulta favorecida por la libertad de expresión, pero también y con mayor fortaleza está en línea de solicitar la intervención militar coaligada, y salida del régimen. En reciente encuesta hecha en Estados Unidos por la Universidad del Norte de Florida (UNF) ocho de cada diez personas están de acuerdo con un gobierno interino, incluyendo la oposición para tomar la ruta adversa de participar en las elecciones parlamentarias convocadas por el régimen. El sondeo de opinión reveló que el gobierno interino no ha logrado hasta ahora la hoja de ruta que planteó hace más de un año de “cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” mostrando su inconformidad por la ausencia de decisiones. Ese rechazo alcanza a los procesos de negociación entre la oposición venezolana y el régimen y se alinea con el apoyo a opciones más radicales.
Las citadas organizaciones civiles anuncian que después de múltiples reuniones se consolida la idea de la consulta popular plebiscitaria de manera vinculante con el apoyo de organismos internacionales como la OEA, e incluso la elección de nuevos dirigentes para dirigir a la organización centralizada de la sociedad civil venezolana En este sentido, los acuerdos apuntan a realizar la consulta y designar, en un lapso no mayor de dos meses, a un gobierno de unidad nacional y el nombramiento o ratificación de los otros poderes públicos
Se es consciente de que si no se logran estructurar dichos objetivos se está en peligro de reiterar errores y la imposibilidad de nombrar gobierno por ausencia de presión y activismo de calle, la cual no va a responder a los partidos políticos por su nivel de deterioro formal y operativo, y que solo un nuevo liderazgo puede convocarlos y hacerlos de tal manera que se pueda establecer una nueva contraparte que faciliten las acciones para el cambio de régimen.
Frente a esa posición, se considera que la Asamblea Nacional nada decide, que tiene sometido al presidente interino a una camisa de fuerza representada por el Estatuto que limita sus funciones y no deja nombrar ningún gobierno interino, mucho menos a un consejo de gobierno, hace mutis con relación a la solicitud de ayuda militar humanitaria e ignora olímpicamente el tema del TIAR, que permitiría concretar el desplazamiento del régimen cuyos poderes ha secuestrado apoyada su acción con las concesiones a Rusia, China, Irán, Turquía y a los utilitarios succionadores de recursos por parte del régimen dictatorial de  Cuba, la protección militar y paramilitar del islam, la guerrilla, los colectivos y las estrategias odiosas del crimen organizado. Estos elementos consumen esfuerzos, producen desesperanza pues las soluciones se replican inútilmente cada cierto período y no se avanza, corriendo la arruga a un régimen que basado en la fuerza militar y el control férreo de sus esbirros limita las libertades cada vez, y reta, fanfarronamente a las democracias de países que apoyan al denominado gobierno interino.
Construir un escenario objetivo con todas las variables anotadas anteriormente y prever los efectos del corto plazo es difícil, especialmente marcadas por la estrategia del régimen de buscar a toda costa llevar a cabo las elecciones parlamentarias con el único propósito de defenestrar la Asamblea Nacional actual, que se debate inútilmente en decisiones que no toma dentro del entorno del tiempo que se agota. Dicha estrategia define un tablero donde se ha secuestrado a los símbolos partidistas y con decisiones ilegales ha designado nuevas directivas en franca colaboración para ir a las elecciones y paga con el rédito de incluir como candidatos a un conjunto de individuos sin escrúpulos que cometen traición a su militancia y cargan con el delito de ir a elecciones ilegales, se incorporan a la campaña electoral con el propósito de aparecer en las papeletas y aspirar a estar en una nueva Asamblea Nacional
En tal sentido, es complejo dibujar un escenario de manera objetiva, pero con riesgo calculado podemos hacer algunas apreciaciones de lo que nos espera a los venezolanos en los albores del próximo año. No cabe la menor duda de que se harán elecciones parlamentarias con la participación de los partidos del Polo Patriótico gobernado por el PSUV, un conjunto de minipartidos de nuevo cuño con topos a la cabeza, y de los partidos tradicionales representados por individuos nombrados por el régimen. Es un hueso duro de roer que tal personaje se divorcien de sus correligionarios para ir como candidatos en las listas nominales y de partido, los cuales por obra y gracia de los resultados serán electos minoritariamente por un puñado de votantes que no llegarán a 2 millones y que el CNE anunciará una participación 3 o 4 veces más elevada, y proclamarán el “triunfo legítimo” de los candidatos del régimen acompañado de gran publicidad nacional e internacional.
Este escenario probable será la resultante de los movimientos de piezas en el tablero señalado que se nutre, además, con la oportunista liberación de presos civiles donde algunos de ellos tendrán su premio de consolación previo compromisos adquiridos fortalecidos con la ayuda de algunos bate quebrados que antaño hicieron el ridículo con su participación electoral y tuvieron miedo de defender los resultados electorales y que ahora se rasgan las vestiduras haciendo un llamado a elecciones parlamentarias afirmando sarcásticamente que tienen que aprovechar una rendija para meter la pata..
Una vez electos y juramentados, el régimen izará la bandera de ser un cuerpo legitimo, que sustituye a una Asamblea Nacional que no cubrió las expectativas. Ciertos dirigentes que no pudieron entrar en las listas regresarán a su viejo partido y que para el activismo del caso tendrán representación legislativa en los diputados electos en una gran movida.
Por otra parte, la reacción internacional que ya ha fijado posición en la ilegalidad del tal proceso  fraudulento, atizará sus protestas, probablemente reforzará las medidas restrictivas, se oirán voces de protestas nacionales e internacionales, pero  al régimen le “dará lomo” como se dice en términos criollos, se burlará de los países democráticos que adoptaron esa postura, muchos de ellos se echaran atrás diplomáticamente y el régimen tendrá en sus manos el control total de los poderes, conseguirá su objetivo de legitimarse, al disponer de una mayoría en la Asamblea Nacional lo cual le permitirá validar actuaciones corruptas, contrataciones, acuerdos ilegales, y dejará en el aire el supuesto gobierno interino.
Ese potencial escenario se nos acerca como un sunami, y habrá otra  jugada táctica, ante la protesta internacional de los países que apoyaron al interinato, convocarán la gran asamblea de los países no alineados que bajo la batuta de los gobiernos socialistas y comunistas, apoyarán al régimen para reforzar el reto al capitalismo, al gigante del norte, burlarse de las democracias y contribuir con sus movimientos racistas, neonazis y comunistas a acciones violentas y desestabilizar a los países del continente cuyas hordas incendiarias ya prendieron en el norte, en varios países de Suramérica y van avanzando en países europeos, Asia y de ciertos países africanos con la clara intención de imponer la globalidad política de las izquierdas y sus efectos económicos destructivos y hambreado res.
Ese panorama cuya realidad comienza a tomar forma nos obliga a atender el llamado de las organizaciones civiles y a la responsabilidad ciudadana. Es preferible morir con las botas puestas que de hambre. Al sistema hay que enfrentarlo, a los secuestradores y usurpadores hay que desestabilizarlos, igual si nos apalean, encarcelan, o nos tiran sus perros de guerra. Ante tanta crueldad una fuerza coaligada cuyos intereses y seguridad se verán afectados directamente seguramente ayudarán en la tarea heroica de rescatar al país. Si no actuamos como libertarios, el futuro se ve sombrío para la libertad y supervivencia. Se va a profundizar la transformación del venezolano común en harapienta vida, similar a la del pueblo cubano, cuya oprobiosa dictadura ha convertido a Venezuela en su provincia a la cual chupan como sanguijuelas.

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