jueves, abril 25, 2024
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OPINIÓN- Guillermo Rodríguez González: El mayor fraude en estas elecciones estadounidenses fue el de la prensa y las redes sociales

Pese a las graves denuncias de un amplio, diverso y complejo fraude electoral presentadas en tribunales por la campaña del presidente Trump, el Partido Republicano y abogados independientes en varias demandas, la mitad de EE. UU. —y el grueso de la opinión de occidente— está encerrada en la matriz de opinión creada por la campaña de agitación y propaganda del grueso de la gran prensa de los EE. UU. con apoyo de la censura, desinformación, descalificación y redirección al agitpro por las corporaciones tecnológicas que manejan las principales redes sociales.
Es, de hecho, un fraude comunicacional que se inició hace cuatro años y fue escalando hasta la campaña de agitpro y censura que hoy vemos. Un fraude cuya influencia sobre los votantes apuntaba claramente  a invertir el resultado que habría emergido de un electorado razonablemente informado por la prensa independiente.

El fraude comunicacional en números

El Media Research Center presidido por L. Brent Bozell, que ha investigado y documentado el sesgo político e ideológico de la prensa estadounidense durante las últimas tres décadas, presenta una encuesta —realizada por The Polling Company, con margen de error del 2.6 % —entre votantes demócratas para determinar en que forma el sesgo de los medios contra Trump —y a favor de Biden— afectó las decisiones de voto de los demócratas en elecciones del 3 de noviembre, en los estados que podían ir a uno u otro.
La encuesta demuestra que un número crítico de los votantes de los siete estados disputados que sufragaron por Biden no habrían votado por él de haber conocido alguna de las historias que los principales medios de comunicación ignoraron y las redes sociales censuraron, en mayor o menor grado.
Y lo que confirmamos con la encuesta es que al manipular las noticias, la prensa y las redes sociales manipularon los resultados electorales. Era obvio, y no es sorpresa, pero sí que era importante traducirlo a números. Por ejemplo,  conocer los escándalos que involucran a Hunter Biden, con funcionarios y empresas en China, Ucrania y Rusia habría llevado al 9.4 % de los votantes demócratas encuestados a no votar por Biden en Nevada, Georgia, Wisconsin, Pensilvania, Wisconsin, Arizona y Michigan.

De haber conocido  las acusaciones de agresión sexual contra Joe Biden por una ex asesora del Senado, el 8.9 % de quienes votaron por Biden le habrían negado su voto. Y el hecho es que restar los votos de los encuestados que —en los siete estados que cubrió la encuesta— dijeron que habrían cambiado su decisión —de conocer la información censurada por prensa y redes— del total que a Biden dan las proyecciones de la prensa nos deja con que, en un entorno de prensa independiente y redes sociales neutrales, el resultado habría sido de 311 votos electorales para Trump.

Ocho ejes de desinformación

 
Hay más, muchos más, pero los ocho principales ejes temáticos —de gran importancia noticiosa— ocultados por la gran prensa y censurados —en mayor o menor grado— por la corporaciones que manejan las principales redes sociales —lo que limitó al máximo su divulgación desde medios independientes— a los que se limitó la encuesta encargada por el MRC fueron:

  • Denuncias creíbles —y con testigos, incluyendo a su propio socio de negocios— sobre tratos financieros corruptos de Hunter Biden con países, individuos y empresas extranjeros, incluyendo China, Rusia y Ucrania.
  • Un tercer trimestre de crecimiento anualizado del Producto Interno Bruto de los EE. UU. del 33.1 por ciento, que resulta ser la tasa de crecimiento trimestral más alta de la historia.
  • La creación de más de 11 millones de nuevos puestos de trabajo entre mayo y septiembre de 2020.
  • La negociación de múltiples acuerdos de paz entre las naciones árabes e Israel. Y las subsiguientes nominaciones al Premio Nobel de la Paz para el presidente Trump.
  • La acusación de agresión sexual de Tara Reade contra Joe Biden de los años 90.
  • Que la compañera de fórmula de Biden, la Senadora Kamala Harris tiene el historial de voto más izquierdista del Senado de EE. UU. Superando incluso al declarado socialista Bernie Sanders, cuya admiración por el socialismo soviético le llevó a elegir la URSS como destino de su luna de miel.
  • La inversión del gobierno federal de 10 mil millones de dólares en un esfuerzo conjunto con las corporaciones farmacéuticas privadas “Warp Speed” lanzado por Trump para acelerar el desarrollo y la producción de tratamientos y vacunas contra el virus chino.
  • Que los EE. UU. recuperaron su independencia energética con la administración del presidente Trump.

Entre un tercio y la mitad de los votantes de Biden revelaron que no habían tenido noticia alguna de al menos una de las ocho historias antes de las elecciones del 3 de noviembre. De hecho, un 25.3 %  no tenía ningún conocimiento del registro de votación del Senado de Harris. El 50.5 %  ignoraba completamente que los EE. UU. habían alcanzado la independencia energética con la administración Trump. El 45.1 % reveló no haber oído o leído nada de lo que se informó en los medios independientes sobre el escándalo de Hunter Biden antes del 3 de noviembre. Y el 35.4 % desconocía las acusaciones de acoso sexual de Tara Reade contra el Biden.

Desinformación, agitación, propaganda y censura

La cooperación entre medios —tradicionalmente sesgados a la izquierda— y empresas de redes sociales que violan impunemente su obligación legal —y moral— de neutralidad —clave de su privilegio no tener responsabilidad editoriales— apuntó a impedir la reelección de Trump a cualquier coste.
Hace cuatro años circuló un video —rápidamente censurado— de una alta ejecutiva de Google hablando a una asamblea de empleados al estilo de un pleno del extinto partido comunista soviético. Asumía una indiscutible unanimidad ideológica y política de todos asistentes. Lamentaba dramáticamente el resultado. Hablaba de hacer lo necesario para que no ocurriera algo así nunca más. Esos son los nuevos socialistas estadounidenses. Así piensan. Y así actúan.
Fuente: PanamPost

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