martes, abril 23, 2024
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OPINIÓN- Santiago Roel: Las dictaduras son aburridas, tontas e ineficaces

Un sistema complejo constantemente produce información novedosa y se auto-ordena en una nueva versión de sí mismo, generalmente, más compleja que la versión anterior. Al hacerlo, optimiza la energía y se vuelve anti-entrópico.

Es difícil predecir hacia dónde va exactamente un sistema porque es como escribir una novela, los personajes se apoderan de su papel y empiezan a actuar de manera independiente. Así hemos evolucionado en lo biológico y en lo social.

Para lograr el nuevo orden, el sistema debe trabajar en libertad dentro de los límites que las leyes del sistema y la información permiten. Pero si las leyes son demasiado rígidas o imprácticas las reglas también evolucionan. Nada es fijo, todo es flujo.
No hay designio, no hay plan preestablecido. Hay una intención, una dirección propuesta, pero los resultados pueden ser paradójicos y totalmente inesperados. El orden emerge de abajo hacia arriba mediante la interacción de sus partes. Los cambios no se controlan, se dan.
Ese es justamente el milagro de los sistemas complejos que no deja de sorprendernos, la capacidad de ordenamiento sin un plan preestablecido. La parvada parece actuar en sincronía, pero no hay ningún director de orquesta, sólo hay intención, información y reglas de interacción.
Justamente al revés de lo que nos machacaron en lo social, en lo religioso y en lo académico; por ello nos es difícil entender que no hay un Dios, un plan maestro o un jefe. La evolución no tiene plan ni control, son tan increíbles sus resultados que parecen diseñados por una inteligencia superior. La hay, pero es descentralizada y distribuida, eso es lo sorprendente. Es una inteligencia colectiva basada en la estupidez individual.
La vida, dicen, se ubica en la frontera entre el orden y el caos. Si el sistema es muy rígido, el sistema se congela, pierde energía, se muere. Si, por el contrario, el sistema es demasiado caótico, demasiado arbitrario, la energía se dispersa entrópicamente. Sólo en esa frontera crítica hay información novedosa y es ésta la que provoca la evolución. Es un equilibrio dinámico en constante cambio.
Los sistemas vivos son anti-entrópicos y utilizan la energía justamente porque son capaces de procesar la información. Limitar el libre flujo de la información (o de la actuación de las partes en base a la información) es la mejor manera de matar un sistema.
El reto de los sistemas sociales humanos es justamente el permitir el auto-ordenamiento, porque para ello se requiere libertad, reglas claras que apliquen para todos y un sistema de distribución de poder para impedir los abusos de algún dictador o de algún monopolio.
El mercado y la democracia son efectivos, pues aun cuando la información es imperfecta, funcionan mucho mejor que las dictaduras y la economía de Estado, en donde la energía y la información se concentran en unos pocos. No es casualidad que los países más libres, en todos sentidos, son los más prósperos y los más desarrollados.
A nivel mundial, el cambio hacia una economía digital y el libre flujo de información presionan por un cambio de reglas, es una oscilación mayor en el sistema. Las oportunidades han cambiado. El poder de desplaza de unos hacia otros y no todos ganan en el corto plazo.
En países como México, en la escala media de la libertad, la población busca que las reglas sean más parejas para todos y que el poder sea más descentralizado; está cansada del abuso de los monopolios políticos y económicos.
Sin embargo, hemos obtenido justo lo contrario: Un político que quiere todo el poder para sí mismo, reglas que impiden el libre flujo de la información, mercados controlados por el Estado. El populista quiere monopolizar la información para su propio beneficio. En esa misma frecuencia, parte de la población no ha entendido que el verdadero auto-ordenamiento es de abajo-hacia arriba y no al revés. Quería poder para sí misma y acabó votando por un autócrata; los resultados están a la vista.
Como toda oscilación del sistema, esta tendencia populista puede ser algo muy temporal o algo más permanente. El 6 de junio veremos hacia dónde se resuelve. Mientras tanto, el sistema sigue perdiendo energía: desinversión, desempleo, inseguridad, enfermedad, represión y violencia.
Vaya, hasta las conversaciones se han vuelto aburridas, tan aburridas y sosas como el dictador en ciernes que pretende imponer un orden desde arriba y controlar la información del sistema. Eso sucede cuando la estupidez individual pretende imponerse a la inteligencia colectiva.
Fuente: Forbes México 

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